Monday, October 29, 2012

Un queso en Eterna Cadencia

Además de gustarme mucho el nombre, Eterna Cadencia es un blog que vale la pena leer. Recientemente mi libro Dos Ratones, Una Rata y una Queso ha sido invitado por la pluma de Coni Salgado. 


:: LECTURAS ::

¿Quién se ha llevado mi queso?

16-08-2012 | 
Una lectura de Dos ratones, una rata y un queso, escrito e ilustrado por Claudia Rueda (Ed. Océano-Travesía).
Por Coni Salgado.
quesoLo importante de un buen libro quizás sea el mientras tanto. O lo que dure ese recorrido de lectura. No nos importará que un cuento se inicie con un golpe al corazón y se remate en un final de manera magistral, si en el medio y entre ambos recursos literarios no hay una buena historia.
Algunas narraciones se vuelven deliciosas cuando nos recuerdan una anécdota de la infancia o nos llevan a repasar ejemplos de la vida cotidiana. Los buenos libros nos trasladarán sin proponérselo a lugares asociados libremente por cada lector.
La primera vez que di una lección en mi vida (no recuerdo la edad como no recordé en su momento la lección) todo sucedió muy rápido. Quise no tener nombre ni apellido, pero cuando se escuchó en toda el aula, me paré adelante de mis compañeros. Quería con todas mis fuerzas que se hiciera un pozo por debajo de mis pies para desaparecer por completo.

“La cadena alimentaria” dije, y ya no se me escuchó decir nada más. Me quedé parada mirando al resto de la clase, gesticulaban todo tipo de expresiones con las cejas, las bocas y los ojos y con movimientos de cabeza para darme ánimo a seguir. La clase entera y yo fuimos cómplices del intento, pero el silencio fue sepulcral y duró lo que dura la eternidad, aunque en realidad haya sido cuestión de segundos. Miré fijamente a la maestra y le dije: “No estudié”.
Y no había estudiado.
No me olvido de ese día. Fue la primera vez que no le encontré sentido alguno al método. Seguramente si me hubieran preguntado qué pensaba sobre la alimentación de los animales y cómo suponía yo que se daban estos vínculos, habría respondido perfectamente. O si me hubieran sugerido que lo dibujara o que lo plasmara con maderitas, témperas o con mis compañeros representando la cadena alimentaria, hubiera demostrado que sí lo entendía. Hubiera dicho por ejemplo que Gómez (piraña) se comería a López (renacuajo), pero que más tarde  llegaría Gutiérrez (tiburón) y con sus mil dientes se devoraría a Gómez y a López juntos de un bocado. Desde muy chica, y como todos los niños, sabía cómo se produce ese efecto de cajas chinas inversas entre comidos y comensales.
Pero se esperaba de mí que repitiera algo que decía un manual. Algo que había tenido que subrayar unos días antes para contestar en un cuaderno. Información aburrida que en nada se parecía a quedarse horas mirando un estanque y viendo cómo se alimentan los peces, de qué forma un sapo se come a una luciérnaga en las noches de verano o se convierte él mismo en el manjar de un gato sigiloso.
En el libro Dos ratones, una rata y un queso  Claudia Rueda convierte el ”mientras tanto” en algo más rico que un queso parmesano. El protagonista, Eugenio, es un ratón que tiene mucha hambre. Revuelve la basura y no encuentra más que tuercas y latas vacías. Pero la suerte se pone de su lado y aparece un trozo amarillo y apestoso que se convierte en la cena soñada.
O casi soñada, porque por uno de los agujeros del queso percibe a otro ratón que lo atraviesa con su mirada. Los dos ratones discuten por el trozo de queso de la basura hasta que otra rata bastante inteligente los interroga.
–¿Por qué pelean mis queridos amigos? Todo se puede resolver con ingenio y sin violencia –interrumpió una rata vieja y astuta.
La rata los convence de que construyan una balanza y partan el queso en dos mitades idénticas para repartírselo en partes iguales y no pelear.
Pero las dos partes nunca eran idénticas,así que la rata les rebanaba la parte sobrante y se la zampaba.
Y ahí va el cuento: ante los ojos atónitos de los ratones, la rata sigue comiendo el queso hasta que queda un trozo muy delgado y se lo adjudica como pago por ayudarlos a resolver el conflicto. La historia continúa de manera pícara y divertida, a la vuelta de la esquina, a la espera del siguiente depredador.
Las ilustraciones son maravillosas, las expresiones en las miradas  y en los diálogos de los ratones logran transmitir las diferentes emociones generadas en la lucha de los roedores por llegar a un acuerdo y saciar el hambre. El trazo en lápiz y el final feliz poco feliz hacen uso con humor de una ironía similar a la vida misma.

Siempre necesité que me contaran una buena historia, que me llevaran a una granja o que me dieran a elegir qué germinar, además de porotos pálidos entre algodones asfixiantes. Durante mi escolarización, la escena descripta se repetiría muchísimas veces más. “No estudié” era una frase habitual en mí y después de decirla la presión cedía y me volvía sin que se me moviera un pelo a mi asiento. Tal vez me generaba un poco de vergüenza, pero siempre tuve en claro que el método educativo de repetir sin pasión no era lo mío.
Muchos años después me volví maestra de niños muy chiquitos. En ese mundo infantil el aprendizaje aún conserva la cordura de la experimentación directa. El títere lobo se come a caperucita. Una marioneta perro te ladra y te muerde un pie. Pollitos de cartón se comen el maíz que les deja una mamá gallina hecha en cartulina de mil colores. El soporte de estos escenarios suele ser la literatura. Y sin que el fin sea el aprendizaje, los niños aprenden como consecuencia de sucesos que se generan a través de un cuento. Y sin saber leer manuales internalizan que los gatos se comen a los ratones, que a los lobos de cuento las abuelas les parecen deliciosas y que en la boca de una ballena cabe una ciudad enorme.
Como en este cuento, en donde cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia.




http://blog.eternacadencia.com.ar/archives/2012/24469

Monday, October 22, 2012

The Future That Was

Le problème avec notre époque est que le futur n'est plus ce qu'il était 
Paul Valéry

The problem with our times is that the future is not what it used to be
Paul Valéry

Sunday, October 14, 2012

Wacom Crow

I just got a new Wacom tablet with more than one thousand pressure levels. It's still far from what you get with a pencil, but much more than what you get with a mouse. Anyway, I like all three.

Saturday, October 13, 2012